Por Jen
Siempre que hay un evento de moda (cosa que en nuestro país ya parece ser pan de cada día) surgen los análisis, los aplausos y las criticas, a veces malas y a veces destructivas. Así pasó también con el Bogotá Fashion Week, que además registró una cuota extra de drama por incidentes de última hora y también por otros producto de una mala logística, todo hay que decirlo. Y como todo el mundo tiene algo que decir, por supuesto, nosotras también.
Ahora, hay que comenzar aclarando que de las dos ediciones del evento solo hemos podido asistir a esta y que todas las opiniones aquí consignadas son subjetivas, además de que están siendo expresadas luego de conversaciones con personas que participaron en el evento como espectadores, prensa, parte de la organización y otros. Ahora sí, comencemos con lo bueno, lo malo y lo feo que presenciamos.
La producción. El equipo de La Madona Producciones demostró que aunque las cosas más allá de la pasarela no salgan como deberían, lo que sale ante el público debe ser impecable. Los estilismos y la organización tras bambalinas fueron simplemente para destacar y se reflejaron en esa calidad de la que hablamos en el punto anterior. Bravo para ellos.
El casting. Aquí hay nuevamente que aplaudir a La Madona, pero también a todo el evento, que permitió que modelos de todo el país ingresaran a su convocatoria sin tener una gran agencia a sus espaldas. Hubo igualdad para todos en ese aspecto, y merece mención aparte el tema del casting para el desfile de Faride Ramos (solo con modelos afro) en el que participaron chicas de regiones como Arauca y Chocó. La inclusión va en todo.
Ventas directas. No fueron pocos los diseñadores que terminaron vendiendo gran parte de su colección en el 'backstage'. Cuando uno llegaba a preguntar por cualquier cosa ya todo estaba apartado o vendido. Y eso, teniendo en cuenta que en la moda como en cualquier negocio hay que vender, no puede ser sino positivo, muy positivo.
La reinvindicación del 'performance'. Fueron varios los diseñadores que le dieron extrema importancia a la musicalización de sus desfiles. Desde el 'beat' poderoso del pop hasta la música de Cesar López pasando por el porro en la voz de Adriana Lucía, las melodías transportaron a los asistentes hacia las historias que los creadores nos quisieron contar. Muchos dirán que antes hemos criticado la presencia de cantantes en la pasarela, pero esto no fue nada parecido a una imitación del Victoria's Secret Fashion Show. En los casos en que hubo artistas acompañando en vivo ellos permanecieron en el fondo, como parte de la escenografía simplemente dejándose escuchar.
Los 'puestos'. Y aquí entramos en el mismo debate de siempre, ¿quienes deben ir en primera fila? Para mí, la respuesta es sencilla: prensa y compradores cuando los hay. En este caso, en el que no había grandes compradores, lo más lógico era que la prensa tuviera prioridad, como en efecto pasó, pero de manera muy desordenada. Si no llegabas temprano o incluso te salías, perdiste. Al grupo de personas que estaba conmigo le dijeron que no se saliera entre una pasarela y otra porque nos podían quitar el puesto, lo cual refleja desorganización y da más rabia todavía cuando uno se da cuenta que el puesto de un periodista o un blogger que va a replicar contenido para la feria se lo dan a una actriz que nada tiene que ver con eso. Es una pena que las ganas de figurar se premien más que el trabajo de los que sí van a trabajar.
El manejo de las invitaciones. Una de las principales quejas también corrió por cuenta del desfile de Isabel Henao, que tuvo que repetirse porque demasiada gente se quedó afuera. Al parecer lo que ocurrió es que, como de costumbre, se entregaron más entradas de las que en realidad era posible sostener en el evento y esta vez todo el mundo fue, causando un poco de caos. La cosa aquí es que se debe tener un mejor filtro porque estas cosas no son nada elegantes y mucho menos la entrada a empujones que tuvimos que hacer para el desfile de Amelia Toro, donde la gente también se quedó por fuera. Un poco más de mesura para la próxima.
La venta de boletas. En este punto siempre hemos estado en desacuerdo y puede que suene un poco pretencioso, pero aquí va: una pasarela es un evento de industria, para un sector especializado. No es una película. Vender boletas solo acrecienta las posibilidades de que todo se vuelva un desorden, como efectivamente pasó. Aunque nos dijeron que el tema del sobrecupo en las pasarelas no estuvo muy relacionado con este aspecto, sí debería replantearse. La plata debe aparecer por otros lados.
La mala onda. Sí señores, aunque esté analizando cosas que estuvieron muy mal en la feria también hay que decir que hay mucha gente echándole mala energía a todo el asunto. Sí, la pasarela de cierre tuvo muchas fallas tanto de los diseñadores como del tema logístico, pero algo como un problema de sonido le puede pasar a cualquiera. Hacer un gran escándalo de eso son más ganas de hacer pataleta que otra cosa. Y no solo los diseñadores, es triste que gente que estuvo ahí esté quedándose solo con lo malo y replicándolo quién sabe con qué propósito. Todo hay que decirlo, pero no hay que hacer las cosas más grandes de lo que son.
El malentendido de GRIS. La cosa fue más o menos así: los diseñadores de GRIS sufrieron por el cambio de horario de la pasarela (tuvieron que esperar la repetición de la de Isabel Henao) y al final decidieron que sus modelos desfilarían sobre la tela negra que cubría la estructura. Cuando salió la primera modelo, alguien pensó que era un error y quitó dicha tela, por lo que la modelo se tropezó. Acto seguido, decidieron repetir el arranque y a los pocos segundos, el sonido se fue. Lo que se vio después fue un desfile a medio terminar, porque las modelos salieron como si fuera el final de la presentación y un diseñador que hizo señas de estar muy triste a los presentes. Lo demás no fue claro, una directora diciendo que el desfile se iba a repetir, la gente yéndose (porque además era muy tarde) y días después un comunicado que tampoco aclaraba nada. Lo feo es que cosas que pasaron en el backstage explotaran afuera y se perdiera un trabajo que se estaba haciendo bien.
Los rumores y las cosas perdidas. Las diseñadoras de las medias que acompañaron la propuesta de Daniella Batlle alegan que sus piezas se las robaron, pero luego nos explicaron que las medias se perdieron en manos del staff de la diseñadora, lo cual es igual de lamentable, pero así empiezan los chismes y a los chismes le sigue el drama... y ya saben como termina.
En fin, que ya este post se alargó demasiado y si llegaron hasta aquí hay que darles las gracias por leerse todo esto. Pero tocaba dejar por sentado que a todo hay que verle los dos lados y que siempre es mejor ver el vaso medio lleno, ¿verdad? No olviden compartir sus opiniones, siempre es un gusto saber qué piensan. ¡Hasta la próxima!
Siempre que hay un evento de moda (cosa que en nuestro país ya parece ser pan de cada día) surgen los análisis, los aplausos y las criticas, a veces malas y a veces destructivas. Así pasó también con el Bogotá Fashion Week, que además registró una cuota extra de drama por incidentes de última hora y también por otros producto de una mala logística, todo hay que decirlo. Y como todo el mundo tiene algo que decir, por supuesto, nosotras también.
Fotos: Cámara Lúcida |
Lo bueno
La factura de las pasarelas. En un evento que apenas alcanza su segunda edición uno podría pensar que se están haciendo ajustes al nivel de las propuestas que se presentan, buscando grandes nombres y un trabajo que los acompañe. Pero para nuestra sorpresa, ese no es un problema de Bogotá Fashion Week. Es una de las pocas veces que no solo yo, sino toda la prensa especializada sale elogiando CADA pasarela. Las puestas en escena, los conceptos, todo estuvo a la altura de una feria de moda de la capital del país. Ese trabajo merece un aplauso para Pilar Luna, por la impecable curaduría de la parrilla. La producción. El equipo de La Madona Producciones demostró que aunque las cosas más allá de la pasarela no salgan como deberían, lo que sale ante el público debe ser impecable. Los estilismos y la organización tras bambalinas fueron simplemente para destacar y se reflejaron en esa calidad de la que hablamos en el punto anterior. Bravo para ellos.
El casting. Aquí hay nuevamente que aplaudir a La Madona, pero también a todo el evento, que permitió que modelos de todo el país ingresaran a su convocatoria sin tener una gran agencia a sus espaldas. Hubo igualdad para todos en ese aspecto, y merece mención aparte el tema del casting para el desfile de Faride Ramos (solo con modelos afro) en el que participaron chicas de regiones como Arauca y Chocó. La inclusión va en todo.
Ventas directas. No fueron pocos los diseñadores que terminaron vendiendo gran parte de su colección en el 'backstage'. Cuando uno llegaba a preguntar por cualquier cosa ya todo estaba apartado o vendido. Y eso, teniendo en cuenta que en la moda como en cualquier negocio hay que vender, no puede ser sino positivo, muy positivo.
La reinvindicación del 'performance'. Fueron varios los diseñadores que le dieron extrema importancia a la musicalización de sus desfiles. Desde el 'beat' poderoso del pop hasta la música de Cesar López pasando por el porro en la voz de Adriana Lucía, las melodías transportaron a los asistentes hacia las historias que los creadores nos quisieron contar. Muchos dirán que antes hemos criticado la presencia de cantantes en la pasarela, pero esto no fue nada parecido a una imitación del Victoria's Secret Fashion Show. En los casos en que hubo artistas acompañando en vivo ellos permanecieron en el fondo, como parte de la escenografía simplemente dejándose escuchar.
La pasarela de SOY, una de las más emocionantes del evento |
Lo malo
Los accesos. Esta es la parte por la que la gente más se ha quejado. Sabemos que siendo un espacio alternativo y reducido como el Museo del Chicó iba a haber algunos inconvenientes, pero nunca alcanzamos a imaginar que solo habría dos accesos (uno para la prensa y otro para el resto), sobre todo porque el dispuesto para la prensa estaba en la parte posterior del escenario y realmente sentías que estabas entrando por la parte de atrás. Además, el retraso se originaba por allí, porque demorabas muchísimo saliendo y volviendo a entrar, si te daba tiempo. Y ninguna de las dos entradas era 'amigable para tacones'. O se te enterraban en la grama o te hacían caer en los caminitos de piedra. Mal.Los 'puestos'. Y aquí entramos en el mismo debate de siempre, ¿quienes deben ir en primera fila? Para mí, la respuesta es sencilla: prensa y compradores cuando los hay. En este caso, en el que no había grandes compradores, lo más lógico era que la prensa tuviera prioridad, como en efecto pasó, pero de manera muy desordenada. Si no llegabas temprano o incluso te salías, perdiste. Al grupo de personas que estaba conmigo le dijeron que no se saliera entre una pasarela y otra porque nos podían quitar el puesto, lo cual refleja desorganización y da más rabia todavía cuando uno se da cuenta que el puesto de un periodista o un blogger que va a replicar contenido para la feria se lo dan a una actriz que nada tiene que ver con eso. Es una pena que las ganas de figurar se premien más que el trabajo de los que sí van a trabajar.
El manejo de las invitaciones. Una de las principales quejas también corrió por cuenta del desfile de Isabel Henao, que tuvo que repetirse porque demasiada gente se quedó afuera. Al parecer lo que ocurrió es que, como de costumbre, se entregaron más entradas de las que en realidad era posible sostener en el evento y esta vez todo el mundo fue, causando un poco de caos. La cosa aquí es que se debe tener un mejor filtro porque estas cosas no son nada elegantes y mucho menos la entrada a empujones que tuvimos que hacer para el desfile de Amelia Toro, donde la gente también se quedó por fuera. Un poco más de mesura para la próxima.
La venta de boletas. En este punto siempre hemos estado en desacuerdo y puede que suene un poco pretencioso, pero aquí va: una pasarela es un evento de industria, para un sector especializado. No es una película. Vender boletas solo acrecienta las posibilidades de que todo se vuelva un desorden, como efectivamente pasó. Aunque nos dijeron que el tema del sobrecupo en las pasarelas no estuvo muy relacionado con este aspecto, sí debería replantearse. La plata debe aparecer por otros lados.
Lo feo
La mala onda. Sí señores, aunque esté analizando cosas que estuvieron muy mal en la feria también hay que decir que hay mucha gente echándole mala energía a todo el asunto. Sí, la pasarela de cierre tuvo muchas fallas tanto de los diseñadores como del tema logístico, pero algo como un problema de sonido le puede pasar a cualquiera. Hacer un gran escándalo de eso son más ganas de hacer pataleta que otra cosa. Y no solo los diseñadores, es triste que gente que estuvo ahí esté quedándose solo con lo malo y replicándolo quién sabe con qué propósito. Todo hay que decirlo, pero no hay que hacer las cosas más grandes de lo que son.
El malentendido de GRIS. La cosa fue más o menos así: los diseñadores de GRIS sufrieron por el cambio de horario de la pasarela (tuvieron que esperar la repetición de la de Isabel Henao) y al final decidieron que sus modelos desfilarían sobre la tela negra que cubría la estructura. Cuando salió la primera modelo, alguien pensó que era un error y quitó dicha tela, por lo que la modelo se tropezó. Acto seguido, decidieron repetir el arranque y a los pocos segundos, el sonido se fue. Lo que se vio después fue un desfile a medio terminar, porque las modelos salieron como si fuera el final de la presentación y un diseñador que hizo señas de estar muy triste a los presentes. Lo demás no fue claro, una directora diciendo que el desfile se iba a repetir, la gente yéndose (porque además era muy tarde) y días después un comunicado que tampoco aclaraba nada. Lo feo es que cosas que pasaron en el backstage explotaran afuera y se perdiera un trabajo que se estaba haciendo bien.
Los rumores y las cosas perdidas. Las diseñadoras de las medias que acompañaron la propuesta de Daniella Batlle alegan que sus piezas se las robaron, pero luego nos explicaron que las medias se perdieron en manos del staff de la diseñadora, lo cual es igual de lamentable, pero así empiezan los chismes y a los chismes le sigue el drama... y ya saben como termina.
En fin, que ya este post se alargó demasiado y si llegaron hasta aquí hay que darles las gracias por leerse todo esto. Pero tocaba dejar por sentado que a todo hay que verle los dos lados y que siempre es mejor ver el vaso medio lleno, ¿verdad? No olviden compartir sus opiniones, siempre es un gusto saber qué piensan. ¡Hasta la próxima!
Lo bueno, lo malo y lo feo de Bogotá Fashion Week
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Moda 2.0
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10:22 p. m.
Por Jen Siempre que hay un evento de moda (cosa que en nuestro país ya parece ser pan de cada día) surgen los análisis, los aplausos y las...