Barranquilla Fashion Week 2016: el lento camino para mejorar
Por Melissa Zuleta Bandera.
Después de cuatro años de eventos, cuatro jornadas de cubrimiento y cuatro artículos resaltando lo bueno y lo malo de Barranquilla Fashion Week, hemos llegado a la conclusión que este evento mejora en cada edición... solo que muy, muy lento.
Hay personas que piensan que en este blog estamos en guerra con BQFW, lo cual no puede ser más falso. Simplemente creemos que nuestra voz, como dos personas que en nuestra aún corta carrera hemos asistido a varios de los más importantes eventos de moda de este país, puede aportarle algo a esta actividad.
Empezamos resaltando los logros de este año, como la reducción de la muestra comercial (porque es una realidad que son muy pocos los asistentes que realmente van a comprar y no se justifica traer tantas marcas/diseñadores que no logran recuperar su inversión). Por supuesto, la presencia de Pineda Covalín y Custo Barcelona como casas de moda internacionales para subirle el nivel a las pasarelas.
Y por supuesto, las buenas propuestas de las marcas locales y nacionales. Además de la colección de Laura Riquett (sobre la que pueden leer aquí), resaltamos varias de las muestras que se vieron el 25 y 26 de noviembre.
Dos Mulatas y Dellys Perea mostraron un bello uso de estampados en sus prendas, todas ellas aterrizadas y muy usables, que fácilmente pueden verse en el clóset de la mujer costeña. La primera marca optó a tonos suaves y toques de negro, mientras que la segunda le apostó a una paleta más fuerte, pero tuvieron en común siluetas muy femeninas con una dosis de volumen.
Otras dos propuestas que resaltaron fueron las de Carolina Cerón y Olga Lucía Cortés. Ambas mostraron colecciones en blanco y negro. Cerón se caracterizó por el uso de estampados geométricos en distintas formas, que combinó entre sí y con piezas lisas, dando la versatilidad de usarse por separado. Además, presentó variedad de siluetas y hasta algunos detalles en transparencias.
Cortés mostró solo conjuntos en telas lisas, en los cuales jugó con gran volumen y texturas. Mangas oversized y grandes lazos fueron una constante en su pasarela, además de la experimentación con materiales rígidos en cuellos. Fue refrescante ver una propuesta ligeramente alejada de lo comercial. Un short recamado en pedrería de colores fue, para mí, su prenda estrella.
La gran sorpresa de la jornada fue la pasarela de Alitza García. La habíamos visto en ediciones pasadas de BQFW y nos dio la impresión de que podía hacer cosas hermosas, pero su talento se veía opacado por el ruido que producían algunas de sus piezas, recargadas de elementos.
Esta vez vimos a una diseñadora que con la asesoría correcta enfocó sus habilidades en la creación de estampados hermosos que logró hacer brillar. En ‘Coleóptera’, la figura predominante fue un escarabajo, no muy literal ni demasiado abstracto, en una hermosa paleta de azul, gris, ámbar y vino (a veces recamado en pedrería), combinado con blanco y negro.
La confección de alta calidad fue un placer para los ojos (algo que no debería ser raro en un evento de moda, pero lamentablemente en este a veces lo es) al igual que la fluidez de las telas, las transiciones entre las prendas, las siluetas en extremo favorecedoras y hasta el styling. Una de mis pasarelas favoritas.
Pasando a los elementos en los que el evento debe mejorar, el primer paso es ser más rigurosos sobre lo que sale en pasarela, una recomendación que hemos dado desde que esta iniciativa comenzó en el 2012. Así como se vieron bellezas como las de Laura Riquett y Alitza García, también hubo cosas verdaderamente lamentables cuyos nombres no mencionaremos en este artículo. Basta decir que se vieron desde costuras mal cosidas hasta propuestas que sencillamente no podían ser calificadas como moda. Entendemos que la cuestión económica (es decir, quién puede pagar) determina en gran medida lo que sale en la pasarela, pero es NECESARIO que, si quieren ser tomados en serio como un evento de MODA, sean estrictos con lo que permiten desfilar.
Un aspecto relacionado que deben arreglar es el asunto de las pasarelas de accesorios y complementos. Gaby Arenas, por ejemplo, mostró su bella colección de marroquinería con todas sus modelos vestidas de pies a cabeza en atuendos pensados y completos, en una paleta de color cuidadosamente escogida y con un diseño que contaba una historia. Sus modelos parecían un perfecto ejército de mujeres pulcras, y eso es sumamente refrescante, considerando que hubo marcas que enviaron a las modelos en vestidos/sacos negros sin gracia, mal cosidos y mal ajustados, y hasta con los zapatos que las mismas jóvenes llevaron desde sus casas. Esos son elementos distractores que no permiten apreciar como se debe lo que el diseñador/marca está presentando.
De resto, el ENORME problema de Barranquilla Fashion Week es la logística, de principio a fin. Comenzando con la gestión de las acreditaciones, el formato en su página web (que además no tenía información completa sobre los diseñadores participantes y mucho menos una programación) no servía para mayor cosa, puesto que el solicitante no obtenía respuesta de ningún tipo: ni si su solicitud había sido recibida, menos si había sido aceptada. Ya durante la realización del evento, no vi ni un solo comunicado de prensa para que los diseñadores y marcas contaran su concepto, inspiración, materiales...
El manejo de personal sigue siendo casi nulo. Como ya lo dijimos en varias ocasiones, el público no se va a comportar por sí solo, y aunque sea triste, es necesario manejarlo con mano de hierro para que las cosas no se salgan de control. Eso fue precisamente lo que pasó en BQFW: los asistentes debían salir del recinto después de finalizar cada bloque de pasarelas para que ingresaran los que estaban haciendo fila afuera, pero esto nunca sucedía porque la gente se negaba a dejar sus asientos. Es necesario UN EJÉRCITO de staff para que hagan cumplir la orden de evacuar el lugar, como sucede en Colombiamoda, Plataforma K y prácticamente cualquier feria de este país.
En la misma línea, es hora de que asignen organizadamente los asientos de invitados especiales y prensa (en donde deben poner los comunicados de las pasarelas) y tengan personal capacitado para manejar al público en general que siempre quiere tomar esos puestos. Esto no es una cosa de Barranquilla, repito, es algo generalizado en todo el país.
Ese sencillo acto muestra respeto por los diseñadores, sus allegados que van a ver el desfile y quienes van a cubrir el evento, pero también es necesario mostrar respeto por los asistentes en general, y eso faltó por cuenta de la ausencia de pantallas a los lados de la pasarela (para quienes estaban muy lejos, en las gradas, pudieran ver detalles de las prendas) y sobre todo de los grandes retrasos en la programación.
Lo que comenzó el viernes con un retraso de media hora, terminó en una salida a la 1 de la mañana del sábado. El último bloque de pasarelas estaba programado para las 9, pero comenzó pasadas las 11 de la noche. El público estaba cansado y desesperado, y ni hablar del mismo Custo Barcelona, quien tuvo que esperar más de tres horas para mostrar su colección. Eso sencillamente no tiene presentación.
Mi humilde consejo es que vean lo que hacen otras ferias con años de experiencia. Yo entiendo el orgullo que les produce a los organizadores poder decir que crearon este evento de la nada y sin la ayuda de nadie, pero no hay nada de malo en tomar lecciones de quienes ya han recorrido ese camino. El manejo de la prensa, de los invitados especiales y del público en general es algo que cualquiera que ha asistido a un evento de moda de carácter nacional puede apreciar casi que a simple vista, y sé que no es fácil realizar una jornada de estas, pero hay cosas que con cuatro años de vida y sentido común ya deberían estar resueltas.
Nuevamente, destacamos las propuestas que vimos en pasarela (y la ausencia de un desfile de ropa para perros, gracias a Dios) y repetimos que de corazón creemos que este evento tiene la capacidad de darle visibilidad y empuje a los talentos del Caribe colombiano.
Después de cuatro años de eventos, cuatro jornadas de cubrimiento y cuatro artículos resaltando lo bueno y lo malo de Barranquilla Fashion Week, hemos llegado a la conclusión que este evento mejora en cada edición... solo que muy, muy lento.
Hay personas que piensan que en este blog estamos en guerra con BQFW, lo cual no puede ser más falso. Simplemente creemos que nuestra voz, como dos personas que en nuestra aún corta carrera hemos asistido a varios de los más importantes eventos de moda de este país, puede aportarle algo a esta actividad.
Empezamos resaltando los logros de este año, como la reducción de la muestra comercial (porque es una realidad que son muy pocos los asistentes que realmente van a comprar y no se justifica traer tantas marcas/diseñadores que no logran recuperar su inversión). Por supuesto, la presencia de Pineda Covalín y Custo Barcelona como casas de moda internacionales para subirle el nivel a las pasarelas.
Y por supuesto, las buenas propuestas de las marcas locales y nacionales. Además de la colección de Laura Riquett (sobre la que pueden leer aquí), resaltamos varias de las muestras que se vieron el 25 y 26 de noviembre.
Dos Mulatas |
Dos Mulatas y Dellys Perea mostraron un bello uso de estampados en sus prendas, todas ellas aterrizadas y muy usables, que fácilmente pueden verse en el clóset de la mujer costeña. La primera marca optó a tonos suaves y toques de negro, mientras que la segunda le apostó a una paleta más fuerte, pero tuvieron en común siluetas muy femeninas con una dosis de volumen.
Dellys Perea. |
Carolina Cerón |
Otras dos propuestas que resaltaron fueron las de Carolina Cerón y Olga Lucía Cortés. Ambas mostraron colecciones en blanco y negro. Cerón se caracterizó por el uso de estampados geométricos en distintas formas, que combinó entre sí y con piezas lisas, dando la versatilidad de usarse por separado. Además, presentó variedad de siluetas y hasta algunos detalles en transparencias.
Olga Lucía Cortés. |
Cortés mostró solo conjuntos en telas lisas, en los cuales jugó con gran volumen y texturas. Mangas oversized y grandes lazos fueron una constante en su pasarela, además de la experimentación con materiales rígidos en cuellos. Fue refrescante ver una propuesta ligeramente alejada de lo comercial. Un short recamado en pedrería de colores fue, para mí, su prenda estrella.
Alitza García. Foto: Carlos Fajardo. |
La gran sorpresa de la jornada fue la pasarela de Alitza García. La habíamos visto en ediciones pasadas de BQFW y nos dio la impresión de que podía hacer cosas hermosas, pero su talento se veía opacado por el ruido que producían algunas de sus piezas, recargadas de elementos.
Alitza García. Foto: Carlos Fajardo. |
Esta vez vimos a una diseñadora que con la asesoría correcta enfocó sus habilidades en la creación de estampados hermosos que logró hacer brillar. En ‘Coleóptera’, la figura predominante fue un escarabajo, no muy literal ni demasiado abstracto, en una hermosa paleta de azul, gris, ámbar y vino (a veces recamado en pedrería), combinado con blanco y negro.
La confección de alta calidad fue un placer para los ojos (algo que no debería ser raro en un evento de moda, pero lamentablemente en este a veces lo es) al igual que la fluidez de las telas, las transiciones entre las prendas, las siluetas en extremo favorecedoras y hasta el styling. Una de mis pasarelas favoritas.
Pasando a los elementos en los que el evento debe mejorar, el primer paso es ser más rigurosos sobre lo que sale en pasarela, una recomendación que hemos dado desde que esta iniciativa comenzó en el 2012. Así como se vieron bellezas como las de Laura Riquett y Alitza García, también hubo cosas verdaderamente lamentables cuyos nombres no mencionaremos en este artículo. Basta decir que se vieron desde costuras mal cosidas hasta propuestas que sencillamente no podían ser calificadas como moda. Entendemos que la cuestión económica (es decir, quién puede pagar) determina en gran medida lo que sale en la pasarela, pero es NECESARIO que, si quieren ser tomados en serio como un evento de MODA, sean estrictos con lo que permiten desfilar.
Un aspecto relacionado que deben arreglar es el asunto de las pasarelas de accesorios y complementos. Gaby Arenas, por ejemplo, mostró su bella colección de marroquinería con todas sus modelos vestidas de pies a cabeza en atuendos pensados y completos, en una paleta de color cuidadosamente escogida y con un diseño que contaba una historia. Sus modelos parecían un perfecto ejército de mujeres pulcras, y eso es sumamente refrescante, considerando que hubo marcas que enviaron a las modelos en vestidos/sacos negros sin gracia, mal cosidos y mal ajustados, y hasta con los zapatos que las mismas jóvenes llevaron desde sus casas. Esos son elementos distractores que no permiten apreciar como se debe lo que el diseñador/marca está presentando.
De resto, el ENORME problema de Barranquilla Fashion Week es la logística, de principio a fin. Comenzando con la gestión de las acreditaciones, el formato en su página web (que además no tenía información completa sobre los diseñadores participantes y mucho menos una programación) no servía para mayor cosa, puesto que el solicitante no obtenía respuesta de ningún tipo: ni si su solicitud había sido recibida, menos si había sido aceptada. Ya durante la realización del evento, no vi ni un solo comunicado de prensa para que los diseñadores y marcas contaran su concepto, inspiración, materiales...
El manejo de personal sigue siendo casi nulo. Como ya lo dijimos en varias ocasiones, el público no se va a comportar por sí solo, y aunque sea triste, es necesario manejarlo con mano de hierro para que las cosas no se salgan de control. Eso fue precisamente lo que pasó en BQFW: los asistentes debían salir del recinto después de finalizar cada bloque de pasarelas para que ingresaran los que estaban haciendo fila afuera, pero esto nunca sucedía porque la gente se negaba a dejar sus asientos. Es necesario UN EJÉRCITO de staff para que hagan cumplir la orden de evacuar el lugar, como sucede en Colombiamoda, Plataforma K y prácticamente cualquier feria de este país.
En la misma línea, es hora de que asignen organizadamente los asientos de invitados especiales y prensa (en donde deben poner los comunicados de las pasarelas) y tengan personal capacitado para manejar al público en general que siempre quiere tomar esos puestos. Esto no es una cosa de Barranquilla, repito, es algo generalizado en todo el país.
Ese sencillo acto muestra respeto por los diseñadores, sus allegados que van a ver el desfile y quienes van a cubrir el evento, pero también es necesario mostrar respeto por los asistentes en general, y eso faltó por cuenta de la ausencia de pantallas a los lados de la pasarela (para quienes estaban muy lejos, en las gradas, pudieran ver detalles de las prendas) y sobre todo de los grandes retrasos en la programación.
Lo que comenzó el viernes con un retraso de media hora, terminó en una salida a la 1 de la mañana del sábado. El último bloque de pasarelas estaba programado para las 9, pero comenzó pasadas las 11 de la noche. El público estaba cansado y desesperado, y ni hablar del mismo Custo Barcelona, quien tuvo que esperar más de tres horas para mostrar su colección. Eso sencillamente no tiene presentación.
Mi humilde consejo es que vean lo que hacen otras ferias con años de experiencia. Yo entiendo el orgullo que les produce a los organizadores poder decir que crearon este evento de la nada y sin la ayuda de nadie, pero no hay nada de malo en tomar lecciones de quienes ya han recorrido ese camino. El manejo de la prensa, de los invitados especiales y del público en general es algo que cualquiera que ha asistido a un evento de moda de carácter nacional puede apreciar casi que a simple vista, y sé que no es fácil realizar una jornada de estas, pero hay cosas que con cuatro años de vida y sentido común ya deberían estar resueltas.
Nuevamente, destacamos las propuestas que vimos en pasarela (y la ausencia de un desfile de ropa para perros, gracias a Dios) y repetimos que de corazón creemos que este evento tiene la capacidad de darle visibilidad y empuje a los talentos del Caribe colombiano.
de acuerdo totalmente. Lastima que un evento que por su nombre se veia de tanta proyección que lleva un nombre que lo compromete con mucho , pues no logre llenar las espectativas de un evento internacional como en todas las capitales de la moda del mundo lo es. Barranquilla debe ser la capital de la moda Colombiana pues es la tierra de grandes diseñadores, pero que lastimosamente aun no se ha podido proyectar con pasarelas del nivel que esta ciudad se merece. La moda es una gran industria que hay que explotar si, pero con calidad
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