Bogotá Fashion Week: la opinión

Por Jen

El año pasado hicimos un post con lo bueno, lo malo y lo feo de Bogotá Fashion Week y a ustedes no solo les encantó sino que se sumaron a la discusión desde diferentes puntos de vista. Y como nos gustó el experimento, aquí vamos otra vez. 

Este año nos tocó una nueva locación, tal vez un poco más lejos pero sin duda más conveniente que el Museo El Chicó. Y además de eso hubo también algunas novedades que resultaron buenas adiciones al proyecto y otras que no tanto, pero siempre se puede mejorar.

Entre los aspectos positivos, además del tema de la nueva locación, es necesario mencionar otra vez la parrilla de diseñadores, un trabajo de curaduría preciso y bien hecho por Pilar Luna, Pilar Castaño y Pastora Correa. Todas las propuestas que vimos fueron de muy buena factura, unas mejores que otras, por supuesto, pero la calidad fue el común denominador en diseñadores y marcas. Las pasarelas comenzaron a tiempo y sin incidentes, aunque hay que reconocer que si el año pasado aplaudimos el casting, esta vez el asunto se quedó un poco corto. Sí, hay que dar oportunidad a los nuevos talentos en todos los aspectos, pero hubo varias modelos que dejaban bastante que desear, aunque ese no sea un tema muy específico y no afectó en gran medida la calidad de lo que se presentó.

En el tema de la calidad también hay que mencionar la importancia que se le dio a la presentación de accesorio en la pasarela. Vimos performances muy interesantes, como el de Divina Castidad, que demostró que los complementos (bolsos, zapatos y chaquetas en su caso) también pueden deslumbrar.


Mención aparte merece el tema de los artesanos, que fueron homenajeados en la pasarela de oficios creativos el día 3 y no solo fungieron como parte de un equipo creativo, sino como una fuerza que debe ser reconocida las veces que sea posible .Y aquí, gracias a Adriana Santacruz, Lina Mafer y Ángela Galindo, entre otros.



Y más allá de la pasarela, la distribución de los espacios alrededor del evento también fue un acierto. No era precisamente el lugar más espacioso, pero se organizó de tal forma que la entrada implicara recorrerlo todo, desde la muestra comercial hasta las pasarelas. Al final, se ocuparon también de un aspecto muy importante: comida y bebidas. A la salida de cada desfile había algunas opciones para no morir de hambre entre una muestra y otra. Ganador, en definitiva.

Si tan solo los aspectos logísticos hubieran sido tenido en cuenta al interior de las pasarelas, todo este post hubiera sido simplemente de elogios. Pero no, la cosa se descontroló una vez adentro, pero esta vez fue por un caso muy particular. El primer día que llegamos todo estaba perfecto: teníamos sillas asignadas, la prensa estaba bien ubicada y un montón de etcéteras. Sin embargo, al día siguiente los problemas comenzaron porque las 'etiquetas' de las sillas (que no eran sino papeles pegados) se estaban perdiendo y con ellos, el poquito orden que había. De ahí para adelante todo fue desorden.


Lo que se evidenció fue que la Cámara de Comercio, entidad que adquirió los derecho del evento y que corrió con los gastos de organización, le dio bastante importancia a todos sus funcionarios por encima de compradores, personalidades y prensa. Yo personalmente, que iba en nombre de uno de los medios aliados del evento, tuve que pelear por silla en cada desfile, hasta que tomé la decisión de no moverme para evitarme disgustos. Amigos de la moda de este país (y demás involucrados), es necesario que entendamos algo: las ferias de moda no son un evento social. Sí, todo el mundo va bonito. Sí, hay gente que solo va para que la vean. Pero eso no significa que se deba quitar una silla a un periodista para dársela a un ejecutivo de cualquier entidad que no tenga que ver con moda "porque ellos son los que pagan". Con eso contribuimos al desorden y jamás generaremos un discurso serio.

Cuando digo que el tema de la organización dentro de los desfiles fue el único lunar no estoy exagerando. Porque en realidad fue un tema incómodo para todos los que estábamos allí. Quienes vamos a comunicar (desde nuestros teléfonos para diferentes cuentas, mayormente), no exigimos primera fila cada vez, pero sí pedimos una ubicación donde podamos tomar fotos de las prendas, no de las cabezas. Y eso lleva un mensaje para colegas y entusiastas de la moda en general. Si sabes que no es tu silla, ¡no te sientes! Si dice prensa y no eres periodista, en algún momento te van a levantar... o peor, le van a dar tu silla al alcalde que con lo que cuestionado que está no debería estar asomándose por allá. El día que dejemos las ínfulas de divas y divos y entendamos que la prioridad es para los que van a trabajar y no para los que van a salir en las páginas sociales, ese día cambiará todo.

¿Estuvieron allí? ¿Qué les pareció? ¿Estamos dejando algo por fuera?



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