El trópico no es una tendencia, es un imaginario que evoluciona en Colombia

Por Jen


Detalle de la colección Caprice, de Johanna Ortiz. Foto: Inexmoda
La semana pasada vimos culminar una nueva edición de Colombiamoda. Esta vez, la número 30 (en la que no pudimos estar por cuestiones de lejanía y bolsillo), que trajo una cantidad de contenido de remembranzas por parte de quienes han estado participando en la feria durante mucho tiempo, como el profesor William Cruz, quien nos dejó una colección de fotos maravillosas en su cuenta de Twitter desde los inicios hasta el presente del evento.

Uno de esos momentos memorables ocurrió en 2014, y las autoras de este blog estuvieron allí para presenciarlo. En ese año, Johanna Ortiz fue la encargada de cerrar la feria con su colección Nativa, en la que mostró a una mujer del trópico que viaja por el mundo con una soltura envidiable y una mezcla del sabor del Caribe y el chic parisino. El desfile incluyó el ya famoso top Tulum: una prenda que, de la mano de la tendencia 'off-the-shoulder' de la época, se volvió el top del verano y catapultó no solo a Johanna, sino a toda una generación de diseñadores que envolvieron sus diseños en una estética que redefinió el imaginario de la moda colombiana ante el mundo.

¿Se acuerdan de este top? El Tulum nació en 2014. Abajo vemos a
Gloria Saldarriaga (acompañada de Miguel Mesa Posada) usándolo para el desfile 2019 de Johanna Ortiz.
A este movimiento, que comenzó con el éxito de Johanna y su inclusión en la plataforma Moda Operandi (que ha fichado a más de una decena de diseñadores y marcas colombianas en los últimos cinco años, entre los que se cuentan Leal Dacarett, Pepa Pombo y Mercedes Salazar), se le han dado muchos nombres: Tropical Chic y Caribbean Chic son solo dos de los que me vienen a la mente. En ese momento, estaba lejos de imaginarme que ese sería el eje central de mi tesis de maestría, y que me metería a la raíz del asunto a investigar qué es eso tan mágico que tiene embobados, cinco años después, a los compradores internacionales con todo lo que venga de Colombia en materia de moda.

En los 80 y 90, la idea del diseño colombiano era muy distinta. Todavía hoy, preguntando a gente de a pie por ropa colombiana nos hablan de fajas y de jeans sin bolsillos (que es el tema de tesis de Meli y del que un día les va a echar el cuento también). Pero cuando Johanna entró a Moda Operandi con ropa llena de boleros y referencias tropicales, comenzó a hablarle a un público distinto: el público que viaja en el verano, que siempre está en busca del destino exótico. Un destino que muchas veces se sitúa en el Caribe, y un ideario en el que Colombia encaja a la perfección.

¿Por qué todo esto ahora, cinco años después? Bueno, porque esta edición número 30 de Colombiamoda marcó el regreso de Johanna después de 3 años y dos colecciones después de Nativa, en los que su producción se multiplicó de 4 mil a 28 mil prendas (de acuerdo con cifras suministradas por Inexmoda) y porque desde que comenzó el ‘boom’ del tropicalismo estamos pidiendo a los diseñadores que le bajen, sin saber que la respuesta está, precisamente, en poder explotar ese imaginario para que cada vez más diseñadores sean reconocidos a nivel global.

A Johanna Ortiz la critican por "no innovar", pero la esencia de su estética está clarísima.
Pero claro, Colombia no es solo playa, brisa y mar. Nosotros lo sabemos, pero la gente de afuera no. En palabras de investigadores culturales como Molina y Valdivia (2004), Latinoamérica y el Caribe han sido objeto de una exotización histórica, que nos lleva a recordar la obsesión del mundo occidental con figuras como Carmen Miranda o Frida Kahlo. Este mismo fenómeno hace que para esa mirada occidental no existan barreras entre lo que define a uno u otro país y “borra todas las especificaciones de lo que significa ser latino”, según Aparicio y Chavez-Silverman (1997). Cuando el mundo piensa en Colombia muy pocas veces salta a la vista que tenemos diferentes climas y ni hablar de la idea de que en el país hay montañas. Para la visión internacional, Colombia es Caribe... y esa identidad es la que les interesa comprar de nosotros.

Es una jugada que descifró con habilidad Johanna Ortiz en 2014 y que sigue aprovechando 5 años después. Después de varias colecciones seguidas repletas de boleros, la diseñadora mostró su colección resort Caprice en Colombiamoda, donde dio muestras de una evolución de su visión tropical, con una paleta de color más opaca y aprovechando los tonos tierra, pero siempre jugando con los volúmenes para dar esa sensación de libertad: hombros caídos, mangas abombadas, contrastes de estampados y flores, siempre flores. El uso de las flores en su simbología ha pasado desde la orquídea hasta llegar a la flor del borrachero, con la que envolvió el concepto de Caprice.

En Caprice se sintió una evolución del trópico que propone Johanna Ortiz. Hubo mangas y boleros, pero también estampados novedosos y los 'petalos' de flor como recurso estilístico.


Pero ella no ha sido la única. El imaginario tropical lo explotan con gran éxito Silvia Tcherassi (barranquillera que conoce bien los secretos de la simbología Caribe), Esteban Cortázar, Leal Daccarett... Todos apetecidos por compradores y grandes superficies internacionales. Todo sin saber que el país desconoce en parte este movimiento y se resiste a un imaginario que más que una tendencia, es el sello actual de la moda nacional en el mundo, y que puede ser una gran marca si se sabe evolucionar. ¿Por qué pedir superar el Caribbean Chic cuando podemos aprovechar este buen momento de la moda nacional y expandir una narrativa más allá de los hombros destapados y los boleros?

El poder está en acercar al consumidor al imaginario colombiano por el hilo del trópico, explorar nuevas opciones. Para mi tesis hablé con muchos expertos, entre ellos Juan Pablo Socarrás, quien me recordó que en su amplia trayectoria jamás ha sabido de un comprador internacional que quiera una colección otoño-invierno de una marca colombiana. Porque no somos frío, pero podemos innovar en ese campo también. Si no, pregúntenle a Mónica Holguín, quien ahora al mando de Pepa Pombo transformó las creaciones en punto de la marca para darles un aire más colorido, un refrescante baño de color que la hizo resaltar (y que -¡oh, sorpresa!- también llamó la atención de Moda Operandi).

¿Tenemos que vivir toda la vida haciendo boleros y estampados de flores? Por supuesto que no. Pero con una investigación juiciosa, es posible dar con otros elementos que resulten novedosos para la industria internacional y que vayan de la mano con la estética del diseñador. Pilar Luna, también en entrevista para mi tesis, me presentó a Juan de Dios Swimwear, una marca con estampados botánicos que es la definición perfecta de esta evolución tropical y que descrestó con su primera aparición en Colombiamoda. No son las típicas flores que todos conocemos, pero sentimiento del trópico está allí y eso atrae.

Propuestas de Juan de Dios Swimwear
 

Otra marca que transforma esa narrativa de maneras muy diferentes es Alado, que están lejos de los boleros y faldas con vuelo que vemos por todas partes hoy. El dúo de Andrés Restrepo y Alejandro González constantemente investiga y representa los momentos sociales y culturales de nuestro país, con un trabajo que se enmarca en Colombia y se concentra en la artesanía como pie de apoyo. Para esta edición de Colombiamoda, Alado presentó Terracota, una colección inspirada en el arte de la cerámica embera-chamí llena de colores tierra, con siluetas fluidas, estampados abstractos y detalles hechos a mano que les dan un toque a especial a las piezas.


Imágenes de la pasarela 'Cerámica' de Alado.
Foto: Inexmoda
El trópico es mucho más que flores, palmeras y vestidos con escotes, y Colombiamoda 2019 fue prueba de ello. Es posible crear una estética de país con sellos distintivos que alaben la artesanía, representen bien el imaginario que el comprador internacional tiene de nosotros y se complazca a las audiencias. Los diseñadores tienen la tarea de tomar los elementos exitosos de su trabajo y hacerlos los hilos conductores de su estética y nosotros como espectadores tenemos que dejar de pedir que pase la tendencia porque el trópico, el Caribe, es todo menos algo pasajero para Colombia: es la columna vertebral de su identidad como país y es el gancho que mueve negocios en una industria que se nutre de la imaginación y exotismo que desprende este imaginario.




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